Muy pocos territorios pueden presumir de un pasado tan denso y singular como el que atesora la comarca burgalesa de Las Merindades. Su patrimonio arqueológico, histórico y artístico es tan abundante que es imposible plasmarlo en unas pocas líneas. Desde los más remotos vestigios encontrados en Ojo Guareña —una sala con huellas prehistóricas y un

Piedra con escritura antigua

santuario con pinturas paleolíticas—, hasta los dólmenes de Huidobro, Busnela y Porquera de Butrón, pasando por unas bien conservadas calzadas romanas —en especial la del Valle de Mena—, una serie de asentamientos y templos visigodos y uno de los mayores conjuntos eremíticos altomedievales —el mejor es el de Presillas de Bricia—, casi todas las gentes que han vivido en la Península Ibérica han dejado su huella en una tierra en la que, además, nació el reino de Castilla.